La capacidad de manipulación que tienen los poderosos junto a la mansedumbre y la credulidad de una ciudadanía en ciernes, nos conduce directamente a la dominación de las conciencias y la aceptación de un fascismo enmascarado.
¿Es esto lo que nos espera?
Para hacerle frente lo primero
es tomar conciencia, estar informados. En ésa dirección va este escrito.
¿Cómo nos manipulan?
1. Control de los medios
(prensa, radio, TV). Control de la realidad
Los informativos se convierten
en pieza clave de la propaganda de varias maneras diferentes:
. Seleccionando las noticias
que deben ser conocidas por los lectores-tele-oyentes.
. Oscureciendo aquellos que por
su relevancia no pueden ser ocultadas , pero minusvalorándolas en cuanto al
tiempo dedicado y descontextualizándolas de la situación y problemática desde
donde son comprensibles.
. Convirtiendo los noticiarios
cada veza más en revista de variedades insustanciales, intercalando cuestiones
dramáticas con otras de puro divertimento.
. Primando los espacios
deportivos como elemento imprescindible de la actualidad.
2. Corrupción: la ocultación
y la anécdota
. Las noticias sobre corrupción
que afectan al partido del gobierno, se convierten en presuntos problemas de
personas concretas a las que se procura desvincular, todo lo que sea posible,
de la estructura partidaria a la que servían.
. Uso abusivo del ventilador
para procurar contaminar con el mismo producto corrupto a otros partidos
políticos con el fin de hacer asumir que la realidad es la que es.
Aunque este tipo de
argumentación no deja de ser una falacia (es decir mentirosa) y no logra
transformar lo injusto en justo, lo equivocado en correcto, lo corrupto en
limpio, si consigue crear la suficiente confusión en la opinión de la mayoría
como para desactivar el potencial de indignación colectiva que podría terminar
por arrastrarles.
. Como último dique de
contención negarlo todo por principio, ya que lo que no puede demostrarse
judicialmente no existe (y es evidente que los documentos comprometedores
claros y concluyentes es fácil hacerlos desaparecer, si alguna vez existieron).
Al final es una palabra de honor la prueba incontestable.
3. Desprestigio de la
política
Buscado de forma intencionada,
profundizando el descrédito del que ya goza entre la ciudadanía. No obstante,
el gobierno lleva adelante sus planes oligárquicos para el conjunto de la
sociedad haciendo política, aunque una política particular.
Amparado en su mayoría absoluta
y en la apariencia democrática de sus decisiones, legisla a golpe de
decreto-Ley y promulga leyes que reconfiguran el sentido y la misma legitimidad
del sistema, mientras se ignora la conmoción social que provocan estas
decisiones
y se desprecia con prepotencia el disgusto ciudadano y el conocimiento de los
directamente concernidos por sus decisiones.
4. El lenguaje mentiroso
No es un secreto el uso que se
hace del lenguaje forzado deliberadamente, el uso de determinadas palabras
clave y negándose al empleo de otras que tienen un significado preciso que todo
el mundo entiende y que, por lo tanto comprometen.
Estamos en la misma ceremonia
de la confusión que quiere instalar en las mentes de la mayoría que se desea
silenciosa.
Algunos ejemplos: reforma,
reestructuración, redimensionamiento, eficiencia, productividad, competitividad….Palabras
todas con una clarísima dimensión ideológica que pretende hacer digerible una
verdadera revolución, en cuanto a la merma de derechos sociales y a la
conversión de todos los ámbitos en canteras de futuras plusvalías para los
poderes económicos nacionales e internacionales.
5.
El deterioro progresivo de lo público como correlato de su ineficacia
Demostrar
que lo privado funciona mejor que lo público exige previamente el abandono
progresivo por parte del poder: limitaciones presupuestarias (pues “se ha
derrochado mucho”) y el desprestigio del funcionariado, lo que facilita la
pérdida de sus derechos laborales y la puesta en cuestión del derecho al
trabajo “para toda la vida” (independencia que es un insulto para nuestros
políticos).
Al
fin se acepta que los servicios públicos han de “reformarse” para hacerlos más
eficaces. Por otra parte el Estado ya no puede asumir el “Bienestar” que hemos
alcanzado, pues es claramente excesivo.
La
función redistributiva de los impuestos y la política fiscal, se abandona para
que privadamente cada uno (el que pueda por supuesto) abone de su bolsillo el
coste privado de unos servicios que antes eran derechos y ahora son opciones de
consumo: Educación, sanidad, transporte público, justicia para todos, atención
del Estado a los más desfavorecidos (dependencia, políticas de integración de
minorías, pobreza…) Todo se va por el sumidero de lo único importante: el
negocio y con ello se van también nuestros derechos como ciudadanos.
6.
Conversión del ciudadano en hombre-masa
Incapaz de
reaccionar a la propaganda con que le instan una y otra vez a aceptar “las
cosas como son”, como mal menor y como única opción posible. “Todo hubiera sido
peor si no hubiéramos hecho lo que hicimos petición de principio indemostrable
para tranquilidad del gran público. El objetivo a conseguir es la pasividad por
el miedo.
A.L.
A.L.
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