El próximo diciembre se cumplirán 21 años desde que viajé a los campamentos saharauis de Tindouf. Junto con dos compañeros de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Segovia, pasé 10 días visitando los campamentos y empapándome del ambiente de euforia desatada entre los saharauis ante la inmediatez del referéndum de autodeterminación que debía celebrarse en enero del 91.
Estuvimos justamente alojados en Rabuni, en los módulos de adobe donde, la noche del sábado al domingo, fueron secuestrados, por un grupo armado, dos cooperantes españoles y una italiana.
En Rabuni se encuentra la estructura administrativa y política –ministerios, delegaciones extranjeras, hospitales…– de la RASD. Junto con los cuatro campamentos (Dajla, Auserd, Smara y El Aaiun), separados entre sí unos 50 kilómetros, forman la estructura de la denominada República Arabe Saharaui Democrática en el exilio. Unos 200.000 saharauis que, expulsados de su territorio en 1975, fueron acogidos y alojados por el régimen socialista e internacionalista de Hari Boumedian en la zona más inhóspita del desierto argelino, la hamada de Tindouf.
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