«El St. Pauli destaca por su defensa de causas sociales y su comunidad de más de once millones de aficionados en todo el mundo»
En los años ochenta, gracias a los jóvenes vinculados al movimiento autónomo, al punk y al fenómeno de ocupación de viviendas, el St. Pauli se convirtió progresivamente en un club de culto. Desde entonces reconstruyó su identidad alrededor de unos parámetros completamente diferentes a los precedentes. A pesar de su escaso éxito deportivo, consiguió proyectarse como un equipo alternativo dada la serie de iniciativas de carácter social que emprendió una parte de su afición. Gracias a la identificación con ideas políticas de la izquierda, su escudo y sus estandartes han estado presentes en movilizaciones como Can Vies en Barcelona, Gamonal en Burgos o Gezi en Estambul (Turquía). Se ha convertido en un símbolo y suma más de 500 peñas repartidas por toda Europa, media docena de ellas en España.