La reforma de la Seguridad social es una tarea asumida por todo el espectro político y también por el conjunto de la sociedad, pero hay una gran diferencia conceptual sobre la esencia de este organismo entre los
distintos sectores y una pregunta. ¿Hacia dónde debe dirigirse el cambio?
La sostenibilidad del sistema es incuestionable, resulta evidente que si un sistema, un edificio, una persona no se sostiene, acaba arruinado, pero para garantizar un servicio social sostenible no hay más que equilibrar los
ingresos y los gastos, dejando claro que la Seguridad Social es parte del Estado y este ha de ser el garante de los servicios demandados.
Asusta, y mucho, cuando se relaciona la aportación personal con el derecho de pensión: Yo he puesto y yo tengo derecho. Lo que en un principio tiene su lógica va contra los principios de la Seguridad Social, todos ponemos y todos tenemos derechos. La frágil caja única atacada por los derechos individuales relacionados con las aportaciones realizadas.
También asusta la capitalización de la Seguridad Social, que no tiene nada que ver con la contabilidad responsable, que equipara el ente con una gran empresa. La financiación se ha de realizar con los pagos de trabajadores, de empresas y las transferencias del Estado. ¿Por qué no puede ser equiparado a un impuesto progresista?
Un empresario de pequeña empresa, joven y rural, no contaminado por la política, me decía: No entiendo una cosa, durante la vida laboral lo normal es que quien más gane más ponga, pero en el momento de la jubilación, todos tenemos las mismas necesidades, la pensión debería ser igual para todos.
La reforma de la seguridad social es necesaria, pero una reforma atrevida.
Pedro Pastor
1 comentario:
Buen artículo, pero parece que se ha quedado a medias.
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