jueves, febrero 25, 2010

LOS TANQUES DE AFGANISTÁN Y LA ÉTICA DE LOS POLÍTICOS


El tanque, animal sin alma,
desde lejos mata niños”

Gloria Fuertes, El camello y el tanque.

La semana pasada el Congreso de los Diputados aprobó el envío de 511 soldados más a Afganistán, respondiendo así a la demanda de Obama de incrementar las tropas. El PSOE y el PP se han puesto de acuerdo para respaldar esa intervención militar que la ministra de Defensa reconoce, por primera vez, que es una misión que se desarrolla en “un escenario de conflicto y guerra”.
En el debate hubo poca sensibilidad, parece que a estos/as señores/as de la guerra les importa poco la vida de los miles de civiles muertos, esas víctimas cuyas imágenes no nos dejan ver los medios de comunicación, y que son en muchos casos niños. No les importa la devastación de un país que ya lleva muchos años de guerra, y que soporta, con la excusa de una cruzada contra el terrorismo, una invasión descomunal de los ejércitos de la OTAN.
En el debate del Congreso, la ministra se mostró más preocupada por el blindaje de los tanques BMR que por el dolor e injusticia que provoca la guerra. Parece que toda la inmoralidad y violencia de este asunto se redujera a una cuestión técnica de introducir nuevos modelos de vehículos blindados, que por cierto cuestan una millonada (575 blindados tienen un coste de 321 millones de euros). Aunque Carme Chacó se definió una vez como “pacifista”, no se le ve muy preocupada por los afganos que mueren a manos de sus fuerzas armadas, que no salen en los informativos de la televisión ni en el buscador de imágenes del Google. Poco de pacifista tiene quien manda a soldados para controlar el opio y el gas natural de un territorio que está a más de 14.000 kilómetros de distancia.
Mientras, en Holanda el gobierno se derrumba precisamente por la decisión de sacar sus tropas de Afganistán. Democristianos y socialdemócratas, o sea, algo así como el PP y el PSOE, han roto su coalición gubernamental por no ponerse de acuerdo en la fecha del fin de su presencia en ese país asiático.
La guerra de Afganistán en Holanda se convierte en una cuestión ética de primer orden que tiene un enorme peso en la política, mientras aquí (donde la ética y la política parecer estar divorciadas desde hace mucho) es sólo un asunto secundario. Un punto más en la agenda internacional española, que juega cada día más al control de puntos geoestratégicos, o sea, que cada día España es más militarista para estar entre los grandes de la destrucción y la muerte, en vez de intentar estar entre los grandes de la Paz y los derechos humanos.

Francisco José Cuevas Noa
Miembro del Colectivo de Educación Social y Noviolencia Buenaespina (Jerez)

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