domingo, agosto 16, 2009

UN REPASO A LA URGENTE OPCIÓN DEL DECRECIMIENTO --DECRECIMIENTO SOSTENIBLE FRENTE A DECRECIMIENTO TRAUMATICO

En los últimos años, pero especialmente después de agosto de 2007, cuando la llamada crisis económica y financiera explotaba en los Estados Unidos, venimos oyendo hablar de boca de reputados economistas, filósofos y activistas próximos a los movimientos sociales antisistémicos del decrecimiento (referido a la producción y al consumo de las sociedades capitalistas) como única alternativa posible a la crisis del sistema neoliberal. No es una idea banal, ni despreciable en absoluto.
Antes de comenzar, habría que indicar en primer lugar que quienes participamos de la lucha de los movimientos sociales antisistémicos no buscamos alternativas a la crisis del sistema neoliberal. Buscamos alternativas al sistema neoliberal, esto es, que no nos valen las soluciones que proponen los poderosos, pues sólo tratan de “volver a la senda del crecimiento” y recuperar el estado financiero mundial previo a la crisis, como bien demuestran las inyecciones multimillonarias que el G20 acaba de decidir para el FMI, uno de los principales causantes de este desorden mundial que sólo habla de crisis financiera, pero que sobre todo está configurada por una crisis ambiental, una crisis alimentaria y una crisis humanitaria en todos los aspectos. Como bien dice el filósofo José María Ripalda: “Nos presentan una crisis ‘en el’ capitalismo, no una crisis ‘del’ capitalismo; como mucho se habla de algunas reformas legales que nadie cree que vayan ser profundas”.
Por lo tanto, la lucha es por cambiar el sistema, no por recuperarlo, y el decrecimiento un camino necesario que implica no sólo un poco más de conciencia ecológica o humanitaria, sino “un cambio radical en la manera de producir, de consumir y de vivir, una nueva manera de organizarnos social y económicamente” (Paco Fdez. Buey)
En segundo lugar, es muy importante destacar que debemos desterrar la idea de que el culpable de la situación mundial –en la que un 20% de la población explota el 85% de los recursos y en el que más de dos millones de personas mueren de hambre diariamente– es sólo la expresión neoliberal del capitalismo. Cierto es que la imposición mundial del capitalismo bajo su disfraz más bárbaro desde hace aproximadamente dos décadas, de lo que se da en llamar globalización neoliberal, no fue capaz, como afirman sus defensores –decían que el mercado por sí mismo regularía toda disfunción social– de solucionar las necesidades más básicas de la humanidad. Esa doctrina fundamentalmente económica –basada en el crecimiento–, pero también política, ideológica y social, por la que el capital dinero tiene más importancia que la el “capital humano”, generó más desigualdad social, más destrucción ambiental, más desprecio por los derechos humanos, por la diversidad cultural y por la soberanía de los pueblos, más inseguridad en todos los campos, del local al global, y un boquete insalvable entre el centro y la periferia del sistema.
Sin embargo, no es menos cierto que el enemigo no es sólo el neoliberalismo. Es el capitalismo en sí. El neoliberalismo no es más con un capitalismo gordo y seboso, muy pesado y poderoso, pero también con evidentes riesgos cardiovasculares, que por fuerza deben llevar al infarto. Nosotros intentamos inducir ese infarto y a ser posible sin que haya cerca ningún experto en reanimación cardiopulmonar. Como dice François Houtart: “La distinción entre un capitalismo salvaje y un capitalismo civilizado no existe, porque el capitalismo es civilizado cuando debe y salvaje cuando puede”.
Ponencia de Manoel Santos (Altermundo) en las XI Jornadas de las Juventud Independentista (Santiago de Compostela, Facultade de Xeografía e Historia, 2009). Tema: Crisis, alternativas y resistencia. Traducido del gallego para rebelion.org(Primera parte)

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