sábado, junio 14, 2014

APUNTALAR EL RÉGIMEN: ABDICACIÓN Y SUCESIÓN


Las noticias se atropellan unas a otras, como si la actualidad se acelerara a velocidad de vértigo. Nos paramos un instante para ver lo ocurrido tras las elecciones europeas del 25de mayo, y en un abrir y cerrar de ojos se abalanza sobre nosotros la abdicación del Rey >Juan Carlos. ¿Qué está sucediendo? A nuestro modo de ver la aceleración de acontecimientos es el síntoma de la crítica situación en la que se encuentra el país, y un reflejo de la sacudida que han supuesto los resultados electorales (como síntoma).

La pérdida de legitimidad por la contestación social, está empezando a dar sus primeros frutos. El régimen del bipartidismo y la monarquía diríase que ha hecho un balance de riesgos y ha concluido que era urgente mover ficha ante un posible mayor deterioro de la situación. De ahí la inesperada bomba de la abdicación real. ¿Cómo creer que una decisión así ha sido tomada en solitario por el rey abdicado, teniendo en cuenta el papel central de la institución en el “régimen” que nos gobierna?

Sea como sea el hecho es que desde las más altas instancias se ha impuesto la evidente necesidad de “cambios” que vengan a dar respuesta a la creciente contestación y malestar ciudadano (a la que las urnas ya no son ajenas).

¿Por qué querer cambiar, hablar de tanto relevo generacional, nuevas sensibilidades para encarar los problemas, respuestas nuevas a los mismos? ¿Dónde se quedan los discursos felices sobre la recuperación económica, la senda del crecimiento, la superación de la crisis…?

La monarquía, como institución, está seriamente tocada, y no sólo en su encarnación real, La multitud de convocatorias para expresar en la calle este rechazo y las aspiraciones republicanas que siguen, más si cabe ahora, bien vivas en muchos españoles, son sólo un síntoma de la crisis que se cierne sobre esta y otras instituciones (partitocracia, sistema judicial, poder financiero, configuración territorial del Estado…)

Pero ¿qué es lo que está en juego? Mucho más que un litigio entre formas de gobierno con sus pros y sus contras, por supuesto algo muy diferente a si quien vaya a colocarse la corona es joven o no, con tales o cuales ideas, con su bagaje biográfico concreto…Lo que realmente nos jugamos y aquello que concierne a nuestros verdaderos intereses no es otra cosa que la superestructura (económica, política, judicial, cultural…) que ha hecho posible la situación que ahora padecemos.

Nos rebelamos lícita y justamente contra la exclusión de segmentos enteros de población sin trabajo o con unas perspectivas de trabajo casi esclavo, contra el acaparamiento de la riqueza en pocas manos, contra la destrucción de los servicios públicos, el desahucio de familias enteras a manos de los bancos, etc…

Nos rebelamos contra la conversión de la sociedad en un conjunto de individuos que valen sólo por lo que tienen y que sólo aspirar a abrirse camino en la jungla en la que nos han convertido la convivencia.

Unos pocos se encastillan en su defensa: monarquía renovada, apuntalamiento del bipartidismo, políticas que incentivan el acaparamiento de la riqueza y la sumisión a poderes supranacionales y antidemocráticos (Troika); mientras el pueblo, cada vez más despierto, se rebela y comienza a creerse que una verdadera democracia supone un gobierno del pueblo y para el pueblo.

¿Se puede cambiar algo sustancial sin conocer la voluntad del pueblo soberano?

Articulo del boletín del Foro Social de Segovia del mes de junio.

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