sábado, octubre 10, 2009

LECTURA Y COMPROMISO-ITZIAR ZIGA



Itziar Ziga le gustan las boas de plumas, en ocasiones se disfraza de camionero, y en otras se autodenomina perra. Este libro, escrito en primera persona desde la voz deslenguada y agreste de una guerrillera incombustible, da fe de ese instante de iluminación en el que el activismo se reviste de lucha divertida y desacomplejada, batalla campal de ideas, gritos estridentes y anormales, reivindicación brutal de lo que queda al margen de una sociedad que castra y condena. La libertad y el entusiasmo de Ziga son rabiosamente contagiosos, así como terribles y esclarecedores. Cuando ya no importa ser hombre o mujer, cuando esta distinción se convierte en irrisoria, el flujo de pensamiento campa a sus anchas y dinamita cualquier discurso hegemónico y bienpensante. En estas coordenadas se mueve la autora de Devenir perra: sin patria ni Dios; con puños, lentejuelas y bastante mala baba.
La violencia y cómo respondemos las mujeres ante ella es un tema muy presente en Devenir perra. "Todas las respuestas contra la violencia machista son válidas, y hay millones; una es no claudicar, si te apetece seguir saliendo a la calle vestida con una minifalda y unos tacones, con unas medias rotas, caminar sola de noche, no estar siempre al amparo de una figura masculina, ser libre, hacerlo. Es una opción muy necesaria y muy válida", cuenta la autora -que no ha podido ni ha querido evitar mencionar en el libro su historia personal de maltrato, como las violaciones que han sufrido algunas de las entrevistadas-, que reserva especialmente un espacio para las trabajadoras sexuales. "El feminismo tiene una cuenta pendiente con las putas. En los últimos tiempos hay una ola de neoconservadurismo, se vuelve a plantear el aborto, el abolicionismo de la prostitución, que es absurdo porque sólo lograría que fueran putas clandestinas, todavía con menos derechos. El problema no es la prostitución, el problema son las relaciones de poder entre hombres y mujeres", sostiene Ziga, que trata también el tema de las feministas árabes. "Son otras de mis grandes aliadas. Aunque pueda parecer lo contrario, y muchos se pregunten ¿qué hace una mujer putón en minifalda con una mujer con hijab?, pues para mí hay algo en común, que es que nos dejen vestirnos como nos dé la gana", defiende. Y todos los temas que pone sobre la mesa partiendo de dos ejes, el género y la clase, los trata con un tono irónico "pero nunca frívolo, sino de superación, no de trauma. De vitalidad. A veces nos enseñan demasiado a estar calladas, a estar cohibidas, tanto a hombres como a mujeres. Y cualquier persona puede llamarse a sí misma perra en el sentido de liberarse, de dejar de estar pensando todo el rato en qué pensarán los demás y de visibilizar su deseo, algo que siempre tendemos a reprimir".
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