Estamos desolados: ha sido imposible evitar que la semana pasada las máquinas de la empresa maderera adjudicataria de la subasta de la chopera de la ermita de Nuestra Señora de Prados en Miguel Ibañez llevaran a cabo la tala de al menos 100 chopos de los casi 150 que en origen conformaban este pequeño bosque, de uso público y recreativo. Está previsto que los restantes también se talen en uno o dos años
La palabra desolación se queda corta, muy corta al contemplar en directo las consecuencias de la corta: los tocones, las ramas esparcidas aquí y allá, el remolque con los troncos apilados en espera de su transporte a la fábrica, el suelo herido y socavado por el derribo de los árboles, maleza y suciedad por todas partes… Tristeza y silencio, un silencio pavoroso que recoge el clamor de cientos de criaturas vivientes que se han quedado huérfanas de hogar y de refugio.
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