sábado, mayo 14, 2016

"Filosofía en el tocador" arte libre de ataduras Titirimundi 2016


Ayer vimos dentro de la atrevida programación de Titirimundi  "Filosofía en el tocador" en la Sala Ex.Presa una genial representación y puesta en escena realizada por seis actores-manipuladores, una adaptación libre de la obra homónima del Marqués de Sade que describe la educación sexual de la joven Eugénie bajo la mirada de sus singulares tutores, Saint-Ange y Dolmancé. Entremezclando discursos filosóficos sobre sexualidad, religión y costumbres, los depravados maestros llevarán al extremo sus lecciones prácticas y teóricas, conjugando humor, sensualidad, terror y piedad, con el propósito de conducir al espectador a una de las funciones más importantes del teatro: la catarsis.


Con una técnica de manipulación poco conocida que permite ejecutar movimientos precisos y realistas sobre las marionetas de hilos, el espectáculo está exclusivamente dirigido a adultos advertidos, que no se escandalicen fácilmente durante los 75 minutos que dura esta versión de la obra literaria del Marqués de Sade, cuyo contenido no es sino un reflejo de la sociedad actual, cruenta y de una violencia despiadada.

El nombre de esta compañía proviene del mito griego de Pigamlión, el escultor que se apasionó tanto por una de sus obras, una mujer de marfil, que la diosa Venus le recompensó dando vida a su escultura y convirtiéndolo en un hombre feliz. De ahí que O Pigmalião Escultura Que Mexe, un colectivo de artistas cuyos trabajos se mecen en el límite de las artes escénicas y las artes plásticas, plasmen tanta pasión en sus montajes que sus muñecos parezcan tener vida. Creado en 2007 en Belo Horizonte, busca desarrollar espectáculos con profundidad conceptual y filosófica a través del uso de marionetas de hilo, el fomento de la relación del actor con el títere y nuevos enfoques en el teatro visual. Todo ello en la pretensión de que la ilusión de vida que tienen los muñecos en escena conduzca a la reflexión en el público sobre cuestiones humanas difícilmente abordables. Sus trabajos suelen ser para adultos (Bira e Bedé Esperando, una adaptación de Esperando Godot; O Verbo; O quadro de uma familia, presente en la pasada edición del Festival) y están direccionados a integrar el teatro de títeres en la producción artística contemporánea.


Fuente http://www.titirimundi.es/


Marques de Sade - Fragmento de la filosofía del tocador

Me habla usted de los lazos del amor: ¡ojalá nunca pueda conocerlos! ¡Ah, que semejante sentimiento, en nombre de la dicha que os deseo, jamás se aproxime a su corazón! ¿Qué es el amor? Me parece que no se le puede considerar sino como el afecto en nosotros resultante de las cualidades de un ser bello; esos afectos nos transportan, nos inflaman; si poseemos el objeto, ya estamos contentos; si nos es imposible tenerlo nos desesperamos. Pero, ¿cuál es el fundamento de ese sentimiento?… El deseo. ¿Cuáles son las consecuencias de ese sentimiento?… La locura. Atengámonos al motivo, cuidémonos de sus efectos. El motivo es poseer al objeto: tratemos de lograrlo, pero con sabiduría; gocemos de él si lo tenemos y consolémonos en caso contrario: otros mil seres semejantes, y mucho mejores a menudo, nos compensarán de la pérdida. Todos los hombres, todas las mujeres se parecen: no hay amor que resista a una reflexión sana. ¡Oh, qué engaño esa embriaguez que absorbiendo el resultado de los sentidos nos pone en tal estado que no existimos más que para el objeto adorado! ¿Es eso vivir? ¿No es, más bien, privarse voluntariamente de todas las dulzuras de la vida? ¿No es querer permanecer en una fiebre ardiente que nos absorbe y nos devora, sin dejarnos otra dicha que los goces metafísicos, tan semejantes a los efectos de la locura? Si debiésemos amar siempre al objeto de nuestra adoración, si fuese cierto que no debemos abandonarlo nunca, continuaría tratándose de una extravagancia pero al menos excusable. ¿Ocurre tal cosa? ¿Hay muchos ejemplos de relaciones eternas, nunca desmentidas? Algunos meses de goce, que pronto devuelven al objeto a su verdadero lugar, nos hacen ruborizar por el incienso que quemamos en sus altares, y a menudo no llegamos a concebir que pudiera seducirnos hasta tal punto

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