lunes, octubre 07, 2013

Paseos literarios con Jesús Pastor

Este sábado 05 de Octubre, dentro del VIII Encuentro de Escritores, pude asistir a una actividad que resulto una experiencia realmente encantadora, de la mano de Jesús Pastor.

Se trataba de un paseo literario por Segovia, una nueva forma de recorrer y entender nuestra ciudad.

Me levanté prontito con la sensación de que algo bueno iba a ocurrir.
La cita era a las 11h en la plaza del Azoguejo, a los pies del Acueducto, y desde allí, Jesús nos fue presentando rincones de nuestra ciudad en los que, personalmente apenas reparaba, a pesar de haberlos visto un millón de veces, lugares cotidianos que ahora cobran nuevos significados para mi.

El sol nos acompañó  todo el recorrido, un cielo limpio y alto de esos que nuestra ciudad regala de cuando en cuando. Cada vez que parábamos en una plazoleta, junto a una fuente, bajo una estatua, él nos contaba la historia escondida en la literatura popular.

 Lo que allí sucedió, fuera o dentro de los libros, de verdad o de mentirijillas, se convertía  en realidad paladeable, en cada verso que Jesús declamaba, en cada texto que nos leía...
 Y de esta forma, con el asombro en la mirada y los pelillos de punta en los brazos, reconocí esta ciudad en la que nací.
Así , hice de personajes como María Zambrano, El Buscón de Quevedo, Antonio Machado, el Arcipreste de Hita, San Juan de la Cruz, o el mismísimo Hércules, vecínos y conciudadanos, visitantes ocasionales y objeto de mis pensamientos...así da gusto aprender literatura e historia.

 Ahora, cada vez que pasee por la alameda, bajo el sol, no podré evitar buscar las huellas escondidas de esos personajes reales e inventados, que, algún día, amaron y patearon mi ciudad.
Saborear esas palabras que vuelven de cuando en cuando mecidas por el viento que bordea el río, sus voces, sus vivencias, esa espinita que Segovia dejó en sus corazones, incluso en los de aquellos que lejos, muy lejos (como Rubén Darío, en esa Nueva Segovia de América) saciaron de algún modo esa sed de letras, sacando fuera, a raudales, ese mundo interno que les empujaba a escribir.

Ojalá la experiencia se repita, y con Jesús, podamos disfrutar más veces de esta forma de pasar la mañana del Sábado en compañía.
Porque no se me ocurre mejor maestro que un libro y la emocionada intensidad de un maestro escritor, que lo vive y  lo recrea.

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