Vivimos un tiempo de encubrimiento, de velos en
torno a la verdad, de velos y de sombras que tratan de evitarnos la
deslumbrante evidencia de la realidad.
No es fácil esconder seis millones de parados. La
chistera del mago prestidigitador ha de ser insondablemente profunda, una
verdadera sima de ocultación.
Salir a la calle y no ver lo que ocurre a nuestro
alrededor, mirar sin que la sensibilidad de nuestros nervios se pongan en marcha
y lleguen las señales al cerebro y al corazón para que allí se decodifiquen y
se hagan compatibles, para que allí, repito, en el corazón y en la mente se
conviertan en pensamientos y en sentimientos, es una práctica que sólo está al
alcance de los que han abdicado de su condición de hombre/mujer vivos en el
mundo.
Esas mismas entrañas de humanidad que nos hacen
compasivos al tiempo que inteligentes, nos sujetan la mirada y nos conducen a
ver lo que no puede ocultarse; a saber:
el sufrimiento humano de nuestros allegados, de próximos y lejanos: familias
con todos sus miembros en paro, expulsados de las casas que ya no pueden seguir
pagando, el abandono rampante de los que no disponen de medios, de los que
padecen enfermedad, vejez o algún tipo de limitación grave, etc…
Miles de situaciones concretas que el “gran
prestidigitador” escamotea con un truco de magia socio-política: un dato y los
ojos de los espectadores que somos todos nosotros, pierden el hilo de la gran
transformación. El milagro acaba de producirse: después de más de 5 años de
hundimiento incontrolado debido a políticas torpes y giradas sin rebozo a favor
de los que más tienen, un dato “favorable” del paro registrado (casi 100.000
parados menos) les confirma que todo lo hasta ahora puesto en práctica (sus
decretos –leyes y proyectos de ley sacados adelante a empujones de su mayoría
absoluta) era lisa y llanamente acertado. Ya no hay que plantearse ningún
cambio en la política económica, la reforma laboral fue acertada, los recortes
del gasto en servicios esenciales como cultura, educación sanidad,
investigación, etc… Estamos en buen camino.
Pero como en todo arte de “birlibirloque” hay una
trampa que conviene descubrir. A saber: un dato en apariencia positivo sin
contextualizar, no deja de ser más que una cifra. ¿Es cierto que esos casi
100.000 parados menos son el bálsamo de fierabrás de una recuperación
infalible? ¿Qué tipo de contratos?, ¿Por cuánto tiempo? ¿En qué condiciones?
¿Qué perspectiva de mantenimiento en el futuro? ¿Qué cambios ha experimentado
nuestra estructura económica que haga sostenible esta recuperación?
Estacionalidad, contratos temporales, con salarios a
la baja, en el sector servicios fundamentalmente…y una bajada espectacular de
la contratación fija.
Estamos asistiendo a una perpetuación de una
economía basada en los servicios y sustentada en el turismo como baza
principal. Lo nuevo: que los empresarios están sustituyendo contrato fijo por
temporal, de ETT, fáciles de despedir, con pocos o ningún derechos. Después de
tantos ERES, los empresarios disponen de mano de obra barata y dócil a elegir
entre un ejército de parados dispuestos a aceptar cualquier cosa, como sea y
donde sea.
¡Bienvenidos a la China Europea!...cada vez más
cerca el sueño del presidente de Mercadona de convertirnos en trabajadores
chinos.
Al final del espectáculo uno sale de nuevo a la
calle y, pese a la ilusión creada, lo que ve (si sigue teniendo esa capacidad)
es penuria creciente, desarticulación de la solidaridad social, precariedad,
pobreza, abandono institucional…y allá en la lejanía la torre de marfil de los
que nos gobiernan y su incapacidad adquirida de no ver la realidad que nos
ahoga, de ocultar la verdad.
A.L.
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