Con más de 300.000 federados en España, el golf se ha convertido en el tercer deporte nacional. Pero sólo aparentemente, porque buena parte de los federados en España son residentes ingleses, noruegos y alemanes que aprovechan playa, costa, sol, golf y seguridad social. Eso no quita importancia al gran número de aficionados españoles que han crecido como la espuma en los últimos años, al calor de la oferta de campos de golf, y entre ellos a la promoción de campos públicos de muchos ayuntamientos. Hoy son ya 35 los ayuntamientos que alardean de este logro, casi siempre entregado a la gestión privada.
Pero aunque son muchos, y con una afición encomiable, el golf es un deporte que sólo se practica federado. A diferencia del fútbol, del ciclismo, la natación o el senderismo, con miles de aficionados que lo practican sin pasar por federación alguna, no se verán en las dehesas de Extremadura, Andalucía o Castilla a golfistas practicando el swing del golpe largo, por su cuenta y riesgo, a campo abierto. Y para practicarlo en un campo de golf, hay que estar federado. Es parte de la etiqueta de este deporte. Por ello la encuesta nacional del deporte del año 2000 lo situaba en el puesto 29 de la práctica deportiva real. Hoy sabemos que ha escalado bastantes posiciones, beneficiándose entre otras cosas de los campos públicos y de la caída en picado del tenis.
Imitación y coartadaEl golf está de moda, como en su día lo estuvo el tenis, y luego el pádel, pues son deportes que aportan distinción a ciertos grupos sociales en ascenso, y que reflejan el mimetismo de las élites intermedias. Pues, como diría Marx, el deporte de la clase dominante es el deporte dominante... de los que aspiran a ser o estar en la cúspide de la pirámide. El fútbol seguirá siendo por mucho tiempo el deporte rey de los plebeyos, sin menoscabo de que el golf ocupe el puesto de deporte imperial, el deporte que mejor refleja la globalización del mercado.
Para otros está lamentablemente de moda porque es la gran coartada de la especulación, tal y como denuncian los grupos ecologistas. Las grandes empresas promotoras del golf son ante todo empresas de inversiones inmobiliarias (Polaris World, Med Group, Construcciones Hispano Germánicas, Metrovacesa). Apartamentos, chalés y hoteles son su principal negocio, y para ello apuestan por el golf como sustituto de los parques y zonas verdes públicas que no se incluyen en sus guetos residenciales. Con una gran ventaja sobre la cosa pública, pues el golf, además de dar vidilla social a la urbanización, también deja dinero.
Agotada la primera línea de playa, ahora se vende la primera línea de golf. Los diseñadores de los campos ya no son aquellos entregados deportistas de antaño, sino urbanistas de última generación, como el otrora gloria nacional chema olazabal, hoy experto diseñador de campos al servicio de la especulación inmobiliaria -y perdón por el topicazo. Al margen del gusto o la opinión que cada cual tenga sobre el golf, tan digno o indigno como cualquier otro deporte, esta esclavitud del golf ante sus amos y promotores traerá malas consecuencias para sus propios fines deportivos, pues sometidos los campos de golf a la servidumbre de dar vistas a los chalés, se van convirtiendo en calles verdes entre horribles adosados, con escaso y poco frondoso arbolado, del que huirán sin duda los verdaderos amantes del deporte, sustituidos ahora por simples consumidores de lo que se lleve.
Si la disculpa del golf es el Caballo de Troya que está urbanizando el suelo rural, también sirve para sacarle el jugo a la ciudad..
Pasión municipal
Y es que el golf es la gran coartada de cierta clase política ascendente; con el golf se vela por la salud y el ocio de los ciudadanos, con el golf se modernizan las ciudades, se diversifica el turismo y se recalifica mejor. El golf- bienvenido míster Marshall- se ha democratizado, porque ya está alcance de cualquiera, y para eso basta con mirar cómo los campos de golf más baratos están saturados. Es cierto, como también es cierto que los campos municipales de golf, pagados por todos, sólo interesan como mucho al 2% de la población. Y si son rentables es porque nadie en las cuentas de explotación se hace cargo de la costosa inversión inicial ni del coste ambiental.
La guinda a la pasión municipal la ponen las escuelas subvencionadas de golf, que algunos ayuntamientos tienen convenidas con las más importantes empresas del sector.
El golf en las escuelas, para que no falte la cantera, para que se renueve y amplíe la afición, porque después de los hijos vendrán los padres a por el adosado en la urbanización.
Autor J.L. vieties